Desde mi primer contacto con el Coaching Ejecutivo me di cuenta de que una de las labores que hace un coach ejecutivo es la de acompañar al otro a alcanzar su objetivo. Este otro puede ser una persona individual o un grupo de personas que formen o no un equipo. Y me diréis, pues que profesión más sencilla, todos acompañamos a otras personas a lo largo del día a día. Cierto, pero si vamos a la definición de acompañamiento encontramos que dice así: “acción y efecto de acompañar o acompañarse”. Si profundizamos y atendemos a la definición de acompañar se nos dice, por ejemplo: “estar o ir en compañía de otra u otras personas”, “juntar o agregar algo a otra cosa”, “participar en los sentimientos de alguien”.
Atendiendo a las definiciones, éstas hacen mención a estar presente físicamente con el otro, tener simpatía o antipatía por el otro, estar junto al otro. En ningún caso se nos indica como se está acompañando.
Os pido ahora que me acompañéis a realizar un ejercicio de reflexión personal sobre como acompañamos a lo largo del día a otras personas. Fijaros en como os relacionáis con vuestra pareja e hijos si tenéis, amigos, compañeros de trabajo, dependientes, profesionales, funcionarios, desconocidos, parroquianos del bar de al lado de casa, etc. En mi caso y es probable que en el vuestro también, hay un denominador común en las relaciones y en nuestra comunicación, no paramos de emitir juicios, dar consejos y opiniones, prejuzgar y estereotipar, proteger y dirigir al otro. Esta es nuestra forma habitual de acompañar, la que nos sale, a la que estamos acostumbrados.
En el coaching, el acompañamiento es de otra manera. Lo realizamos a través de empatía, de generar sincronía (https://www.youtube.com/watch?v=l9B2lNU-xQM), de aceptar todo aquello que el otro nos dice, escuchando activamente. Acompañamos para que el otro profundice y tome conciencia sobre lo que dice, como lo dice, por y para que lo dice. A la vez, también trabajamos sobre lo que no dice, en sus gestos, es decir, en su lenguaje no verbal y emocional que también habla . Por ello, asumimos un rol no conocido por el otro.
Si tuviera que definir el coaching ejecutivo basándome en lo anterior podría decir que es un proceso de acompañamiento donde el coach, a través de sus preguntas, provoca que el otro encuentre sus propias respuestas, impulsándole a la acción para que afronte sus retos y le lleven a alcanzar sus metas.
Este trabajo se realiza desde el trabajo común, desde el compromiso del coachee y del coach en alcanzar el objetivo de la persona, desde el acompañamiento, desde el nosotros, desde la primera persona del plural.
Gracias por escuchar y acompañarme en la reflexión personal que me ha provocado escribir este post, ahí os lo dejo.
David Rodríguez.